Un ataque ruso masivo durante la noche del lunes dejó al menos 14 muertos y 44 heridos en Kiev, capital de Ucrania. La información fue confirmada por el jefe de la Administración Militar de la ciudad, Timur Tkachenko, y por el ministro del Interior, Igor Klimenko, quien también reportó daños en edificios residenciales, escuelas e infraestructuras esenciales.
El ataque alcanzó hasta 27 puntos distintos de la ciudad, generando explosiones y el accionar de las defensas antiaéreas durante gran parte de la madrugada. Los bombardeos se centraron en zonas pobladas, intensificando el sufrimiento civil en una capital ya golpeada por la guerra desde hace más de dos años.
Además de Kiev, la ciudad portuaria de Odesa también fue atacada, dejando al menos 13 heridos, según autoridades locales. Estos ataques forman parte de una reciente ofensiva rusa que ha incrementado su presión sobre varias regiones clave del territorio ucraniano.
Eso es una barbaridad, loco. No hay manera de que uno se acostumbre a esta situación, especialmente cuando los ataques se centran en áreas civiles como en Kiev y Odesa.
El hecho de que las defensas antiaéreas hayan estado activas toda la madrugada muestra lo tensa que estaba la situación. Pero, claro, no es suficiente.
Las explosiones siguen causando muertes y heridas. Es casi como un ciclo de sufrimiento constante que no tiene fin.