Luego de una victoria sorpresiva en la primera ronda del Juego 1 contra los Memphis Grizzlies, Austin Reaves da la vuelta a la esquina del vestuario de visitantes del FedEx Forum, saltando por un pasillo trasero después de ducharse y vestirse. Una hora antes, se golpeaba el pronunciaba «¡Soy él!» luego de anotar nueve puntos seguidos en los minutos finales de la victoria de los Lakers por 128-112.
Mientras camina, un par de ojos influyentes se fijan en él.
LeBron James, que acaba de ganar su juego No. 175 de carrera en los playoffs, está mirando al tipo que acaba de ganar su primero. Unos pasos más atrás, James no necesita ver la cara de Reaves para saber que, de hecho, es él.
«Este hijo de», dice James, sacudiendo la cabeza con deleite al ver el cabello castaño alborotado de Reaves, todavía húmedo por la ducha, asomándose por debajo de su sudadera.
El escolta de segundo año, no seleccionado en el draft procedente de Oklahoma y originalmente firmado por Los Ángeles para dividir su tiempo entre la G League y los Lakers en un contrato de dos vías, acababa de dominar a los Grizzlies con 14 de sus 23 puntos en el último cuarto. James está en medio de una entrevista sobre Reaves cuando aparece a la vista quién más, sino el joven de 24 años.
«Me importa un carajo el atletismo, lo bien que puedes lanzar la pelota, lo alto que puedes saltar, lo rápido que puedes correr», le dice James a ESPN mientras sale de la arena tras Reaves. «Me gustan los muchachos con un alto coeficiente intelectual de baloncesto. Obviamente, tienes que tenerlo para ganar un campeonato. Tienes que tener jugadores que puedan hacer cosas extraordinarias. Siempre me han gustado los tipos que solo saben cómo jugar el juego de baloncesto».
¡Austin Reaves es el mejor!
Duro Reaves!!
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