República Dominicana. – Hoy se cumplen exactamente dos meses del colapso del techo en el icónico Jet Set Club, un suceso que transformó para siempre la vida nocturna dominicana en una escena de horror.
La noche del lunes 8 de abril, lo que debía ser otra jornada festiva terminó en tragedia con un saldo devastador: 237 personas muertas y 186 heridas, en medio de una multitud que bailaba al ritmo del merenguero Rubby Pérez, quien falleció al instante al quedar atrapado entre las estructuras colapsadas.
Pasadas las 12:40 de la madrugada, el techo del establecimiento se vino abajo mientras se desarrollaba el espectáculo musical. Cuatro minutos después, a las 12:44 a.m., el sistema 9-1-1 recibió la primera llamada de auxilio. En apenas diez minutos, más de 100 reportes saturaban las líneas de emergencia.
Uno de esos contactos marcaría el drama humano de la noche: la gobernadora de Montecristi, Nelsy Cruz, logró comunicarse directamente con el presidente Luis Abinader desde debajo de los escombros, minutos antes de perder la vida en un centro médico.
Cruz, quien minutos antes cantaba emocionada “Color de Rosas” junto a Rubby Pérez, se convirtió en una de las imágenes más simbólicas de la tragedia: una figura pública víctima de un colapso en pleno acto de celebración.
Entre los fallecidos se encuentran artistas, deportistas, funcionarios y ciudadanos comunes. El país lloró la pérdida del exjugador de Grandes Ligas Octavio Dotel, del también beisbolista Tony Blanco, y del destacado diseñador Martín Polanco, entre muchos otros.
El dolor se extiende más allá de las muertes. Según datos del Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia (CONANI), al menos 174 niños quedaron huérfanos, y 34 de ellos perdieron a ambos padres. Las secuelas físicas y emocionales afectan a decenas de sobrevivientes, muchos de los cuales enfrentan lesiones irreversibles y trastornos postraumáticos, según han confirmado especialistas en salud mental.
Fundado en 1973, el Jet Set Club fue durante más de cinco décadas el santuario del merengue y un emblema de la vida nocturna dominicana. Cada lunes, sin falta, artistas de renombre se presentaban ante una audiencia fiel y diversa.
Este domingo, el local permanece cerrado y bajo investigación judicial. En su fachada, cubierta por lonas, se acumulan flores marchitas, velones, cruces y mensajes escritos a mano. El sitio se ha convertido en un altar urbano del dolor y la memoria.
Como parte de la respuesta institucional, el Gobierno anunció que a partir de la próxima semana comenzará la entrega del bono de emergencia a los primeros 92 familiares de las víctimas, tras una depuración realizada por el programa Supérate y la comisión interinstitucional de apoyo.
El bono consiste en una asignación mensual de 30 mil pesos durante seis meses, y forma parte del plan de asistencia económica y social que busca brindar un alivio temporal a los afectados por la tragedia.
Aunque el gesto ha sido valorado, organizaciones civiles y familiares insisten en que no debe ser la única medida, y piden que se identifique y sancione a los responsables de la falla estructural que provocó el desastre.
A dos meses del colapso, el país sigue preguntándose cómo fue posible que un lugar con décadas de historia y aforo masivo colapsara sin advertencias previas. Las respuestas aún no llegan, pero la memoria colectiva ya ha marcado aquel 8 de abril como uno de los días más oscuros de la República Dominicana contemporánea.
Dos meses ya y todavía uno no lo asimila eso fue como una pesadilla
Uno iba al Jet Set a gozar no a morirse bailando
237 muertos y todavía no hay un solo preso por eso
Eso dolor quedará por mucho años