El 9 de mayo se celebra el Día Mundial de los Calcetines Perdidos, una fecha curiosa dedicada a rendir homenaje a esos calcetines que desaparecen misteriosamente sin dejar rastro.
Este día, más que una conmemoración formal, es una excusa para reflexionar con humor sobre una de las situaciones más comunes (y frustrantes) en la vida cotidiana: la pérdida de calcetines que, muchas veces, no vuelven a aparecer jamás.
Aunque la lavadora ha sido acusada históricamente como la principal responsable de estas desapariciones, la realidad es que muchas veces el descuido humano o la falta de organización son los verdaderos culpables.
Se calcula que una persona pierde, en promedio, 1,200 calcetines a lo largo de su vida, lo que ha llevado a algunas personas a tomar medidas creativas para mantenerlos emparejados, como anudarlos o coserlos antes de lavarlos.
Más allá del lado gracioso, la historia de los calcetines tiene raíces muy antiguas. Se cree que los primeros calcetines surgieron alrededor del año 256 en Egipto, hechos de lana y con el propósito de proteger los pies.
Algunos de esos antiguos ejemplares pueden verse hoy en museos como el de Leicester, en Inglaterra, lo que muestra que esta prenda ha sido parte de la vida humana desde hace siglos… ¡y posiblemente también se perdían entonces!
¡Que levante la mano quien no ha peleado con la lavadora por un calcetín desaparecido!
Uno empieza con par y termina con viudo… ¡la historia de siempre!
Los calcetines tienen más magia que Houdini, se desaparecen sin dejar rastro.
¿Y si hacemos un museo solo con los calcetines solteros?
En cada casa dominicana hay una funda llena de calcetines sin pareja.