Este miércoles inició en el Vaticano el cónclave para elegir al nuevo papa, tras la muerte de Francisco. El proceso se desarrolla en la Capilla Sixtina bajo estrictas medidas de aislamiento, y participan 133 cardenales menores de 80 años. Todos prestan juramento de confidencialidad antes de iniciar las rondas de votación, que siguen un protocolo definido desde hace siglos.
La votación requiere que un candidato alcance al menos dos tercios de los votos para ser electo. Si nadie lo consigue, se realizan nuevas rondas con papeletas que se queman tras cada votación: humo negro si no hay elección, blanco si hay nuevo papa. Las votaciones se repiten hasta un máximo de 34 rondas, tras lo cual solo se considerarán los dos candidatos con más apoyos.
El procedimiento tiene sus raíces en el siglo XIII, cuando el cónclave más largo de la historia duró casi tres años.
A raíz de esa experiencia, el papa Gregorio X estableció el término “cónclave” y reguló el proceso con la Constitución Ubi Periculum. Desde entonces, el encierro de los cardenales se ha mantenido como parte esencial del proceso para garantizar su independencia y confidencialidad.