Las calles de Nairobi, Kenia, se encendieron en protestas tras la muerte del bloguero Albert Ojwang, de 31 años, quien falleció bajo custodia policial dos días después de ser arrestado por criticar al subdirector de la policía.
Manifestantes fueron brutalmente atacados por grupos de hombres en motocicletas armados con látigos, y una persona murió durante los enfrentamientos. La represión policial incluyó gases lacrimógenos y balas de goma.
Una autopsia contradijo la versión oficial que afirmaba que Ojwang se golpeó accidentalmente; el informe forense determinó que las heridas no pudieron ser autoinfligidas.
La indignación pública creció, y el presidente William Ruto reconoció que Ojwang murió «a manos de la policía», calificando el hecho como inaceptable. Hasta ahora, han sido arrestados dos altos mandos policiales y un civil, mientras el subdirector de la policía anunció su renuncia temporal.
La represión contra las protestas refleja una problemática más amplia: la violencia policial en Kenia. En los últimos cuatro meses, más de 20 personas han muerto bajo custodia.
Organismos como Amnistía Internacional y líderes civiles han denunciado el uso de milicias para aplastar manifestaciones, en especial las impulsadas por jóvenes de la Generación Z, quienes encabezan la lucha contra el autoritarismo y la corrupción policial en el país.
Ese caso e otra prueba de que decir la verdad todavía cuesta la vida en muchos países
Lo mataron por hablar y eso prende cualquier pueblo como fósforo
Esos motoristas con látigos tan peores que una pandilla oficial