Vladímir Putin reunió en Moscú a líderes como Xi Jinping, Lula da Silva y otros mandatarios de Asia, África y América Latina para conmemorar el 80 aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi, en un evento que también funciona como plataforma para promover un nuevo orden mundial alternativo al liderado por Occidente. La cumbre se celebra en medio de estrictas medidas de seguridad, con desfiles militares y actos protocolares.
Putin declaró una tregua de 72 horas en Ucrania como gesto por la celebración, pero el presidente Zelenski rechazó sumarse y exigió un alto al fuego más prolongado. Rusia ha acusado a algunos países europeos de intentar obstaculizar el evento bloqueando vuelos de mandatarios como el serbio Aleksandar Vucic y el eslovaco Robert Fico.
La cumbre refleja una alianza creciente entre países no alineados con Occidente, donde se aboga por una redistribución de poder global, una ONU más representativa y la no intervención como principio rector. La participación de militares chinos y la presencia de figuras como Maduro y Lukashenko refuerzan el mensaje de una nueva configuración geopolítica que desafía la hegemonía occidental.
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