El líder izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva empezará este domingo a escribir un nuevo capítulo de su impresionante biografía, cuando asuma su tercer mandato presidencial, un hecho inédito en la historia reciente de Brasil.
Lula quedó inhabilitado para presentarse a las elecciones de octubre de 2018 (en las que era claramente favorito y que terminaría ganando Bolsonaro), un hecho que dejó un Brasil todavía más fracturado, entre los que le consideraban un «ladrón» y los que le creían víctima de una conspiración para impedir su regreso al poder.
A sus 77 años, este exobrero metalúrgico devenido en icono global se convertirá en el presidente brasileño de mayor edad al recibir la banda presidencial, tras una feroz campaña contra su principal enemigo político, el ultraderechista Jair Bolsonaro, a su vez el primer mandatario en perder una reelección desde la redemocratización del país.
Todo está rigurosamente previsto en la ceremonia que se celebrará en Brasilia, que incluye el tradicional desfile en un Rolls-Royce abierto por la Explanada de los Ministerios, desde la onírica Catedral Metropolitana y entre decenas de miles de personas, la sesión de asunción en el Congreso Nacional y el traspaso de la banda presidencial en lo alto de la rampa del Palacio de Planalto ante decenas de jefes de Estado y otras autoridades.
Nadie duda de que, a partir de este 1 de enero, Brasil dará un giro total bajo las riendas de Lula, quien recoge un país muy diferente al que recibió en 2003, en su primera presidencia: debilitado económicamente por la inflación y la deuda, extremamente polarizado y con un Congreso derechizado, con mucha influencia del bolsonarismo.
Para la mayoría de analistas este tercer mandato de Lula será mucho más complicado que los anteriores (2003-2010).
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