El gobierno de Venezuela calificó como un “acto hostil cargado de cinismo, racismo y propaganda política” la reciente alerta de viaje emitida por el Departamento de Estado de Estados Unidos, que advierte de un “peligro extremo” para ciudadanos estadounidenses que residan o visiten el país sudamericano.

La respuesta venezolana, emitida a través de un comunicado del canciller Yván Gil, afirma que esta alerta no busca proteger a nadie, sino que es “una herramienta de guerra psicológica y desinformación”, que se inscribe dentro del “libreto intervencionista de Washington y sus lacayos locales”.
“Venezuela es un país de paz, y quienes deseen visitarlo con respeto y espíritu de hermandad, encontrarán siempre las puertas abiertas de un pueblo digno, soberano y en revolución”, se lee en el texto oficial difundido por Telegram.
En su comunicado, Caracas también devolvió las acusaciones, señalando que es el gobierno estadounidense el que incurre en violaciones de derechos humanos, acusándolo de secuestros, encierros y desapariciones de migrantes, entre ellos niños venezolanos como Maikelys Antonella Espinoza Bernal, supuestamente separada de su madre y usada como “rehén política”.
El gobierno de Nicolás Maduro afirmó que EE.UU. carece de autoridad moral para hablar de derechos humanos, recordando casos de niños en jaulas, deportaciones arbitrarias, brutalidad policial y la existencia de centros de detención que comparó con campos de concentración.
Además, se hizo mención a “crímenes contra trabajadores venezolanos”, como los “secuestrados en El Salvador”, en referencia a connacionales detenidos en ese país.
La representación diplomática estadounidense para Venezuela —que opera desde Colombia tras el cierre de su embajada en Caracas— fundamentó su alerta en el riesgo elevado de detenciones arbitrarias, tortura, secuestros, disturbios civiles, alta criminalidad y el colapso del sistema de salud venezolano.
La escalada verbal entre ambas naciones se da en medio de tensiones persistentes que incluyen sanciones económicas, ruptura de relaciones diplomáticas y acercamientos frustrados en temas migratorios y energéticos.